febrero 3 2023
Separación de pareja y su impacto en los niños, niñas y adolescentes
¿Qué implica un proceso de separación de pareja?
Muchas familias nacen de la conformación de la pareja, un proceso que podría describirse como la unión de dos individuos cargados de historias, diferentes estructuras de personalidad, en muchas ocasiones, de contextos socioculturales y de expectativas diversas frente a este encuentro. Con estas características se inicia un camino compartido y una interacción donde será necesario conocerse de manera genuina, mostrando facetas que en etapas previas no se permitieron ver. Así inicia el proceso de adaptación a una nueva realidad y es en lo más íntimo, en donde se pone a prueba la convivencia y con ella, las primeras pequeñas crisis de la pareja. De este proceso de adaptación y de los recursos que cada individuo tenga para enfrentar y resolver estas crisis, dependerá la solidez y el soporte para enfrentar futuros acontecimiento de la vida en familia.
¿Qué inicia con la vida en pareja?
Desde la perspectiva sistémica, con la vida en pareja inicia un ciclo de vida familiar, dando lugar al subsistema conyugal (pareja). Este tiene su propia dinámica y pone a prueba los recursos que trae cada individuo y la capacidad de transformarse y adaptarse para dar origen, si la pareja lo decide, a un nuevo subsistema, el parental, que inicia con la llegada del primer hijo o hija. El cambio de un subsistema a otro es de gran importancia para la historia familiar, ya que todo lo que sucede en la relación de pareja, tiene implicaciones en la vida de la familia y con mucha más fuerza en la vida de los hijos e hijas.
Mientras más frecuentes y difíciles sean las crisis, mayor nivel de estrés va a generar en el grupo familiar y más altas serán las probabilidades de una ruptura y una posible separación de la pareja, la cual puede generarse por múltiples situaciones, como: la infidelidad, el uso y abuso de alcohol, sustancias psicoactivas, videojuegos, un quiebre económico, o cualquier malentendido, discrepancia o problema de convivencia, lo cual es natural al relacionamiento humano.
El proceso de separación
Es en este punto donde las personas que comparten la relación sienten que el camino que recorrían juntos debe culminar. Allí se puede sentir desorientación por la ruptura no solo por parte de la pareja, sino también por el entorno que los rodea, esto incluye integrantes cercanos de la familia y, como se ha venido mencionando, por los hijos e hijas; de ahí, que, cobra vital importancia centrarse en la manera en la que comunicamos los cambios que como adultos realizamos y la forma cómo estos pueden ser percibidos por los demás integrantes de la familia, especialmente, los niños, niñas y adolescentes.
Si bien el proceso de separación genera una ruptura en el relacionamiento de la pareja, permanece el relacionamiento como padres y madres cuando se tienen hijos e hijas, por lo que el impacto de esta situación dependerá del manejo que como adultos le demos a la relación familiar. En este sentido, las siguientes recomendaciones podrían contribuir a la conformación de un entorno seguro y protector para los niños, niñas y adolescentes, en un proceso de separación y les permitirá mitigar los factores de riesgo a los que se pueden ver expuestos los hijos e hijas en medio de estas situaciones.
Recomendaciones para tener en cuenta con los niños, niñas y adolescentes de la familia en un proceso de separación:
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Es importante hablar con claridad con el niño, niña o adolescente, dependiendo de su edad, sobre lo que está sucediendo, allí se recomienda no culpabilizar, responsabilizar o compartir demasiados detalles que puedan afectar la forma en que el niño o niña se relaciona con su madre o padre. Además, es importante dar claridad que los niños, niñas y adolescentes no son parte o tienen culpabilidad en lo sucedido en la relación de pareja.
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Si bien se genera un proceso de separación de pareja, el relacionamiento desde el cuidado y la crianza de los niños, niñas y adolescentes debe continuar, por lo cual debe haber coherencia en la crianza, generando acuerdos como padres y madres frente a cada situación, independientemente de la ruptura de su relación de pareja.
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Es importante evitar involucrar a los niños, niñas y adolescentes en el conflicto que se presente en la situación de pareja, reconociendo que el rol de pareja debe diferenciarse del rol de padre o madre, evitando transmitir la idea de que debe tomar partido o ponerse de lado de una de sus figuras de cuidado.
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Se debe tener presente, si es necesario, recibir acompañamiento individual tanto para los adultos como para los niños, niñas y adolescentes, con el fin de aprender a tramitar las emociones y asimilar los cambios que se están viviendo.
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Como adulto cuidador es importante empezar por reconocer las emociones propias y luego escuchar las de los niños y niñas.
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Como adulto es importante generar acuerdos claros que involucren a los niños, niñas y adolescentes sobre el tiempo de calidad que cada uno tendrá con ellos y ellas, con el fin de fortalecer el vínculo y minimizar el temor al abandono, la autoculpabilización y cualquier sentimiento, emoción o percepción negativa que pueda generar la separación.
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Es importante centrarse en los niños, niñas y adolescentes, y en lo que están sintiendo, evitando los escenarios de peleas, discusiones o toma de decisiones frente a ellos y ellas que puedan ser interpretadas como formas de culpar al otro, de la misma manera que se debe evitar actitudes agresivas y la manifestación de la necesidad de siempre tener la razón.
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Cuando se genera una ruptura de la pareja y se modifica la relación familiar actual, se puede aumentar la vulnerabilidad de los niños, niñas y adolescentes, por lo que si se comienza una nueva relación de pareja es importante garantizar la protección y el cuidado de los niños, niñas y adolescentes, reconociendo y evitando situaciones que los pueden poner en riesgo. Esto teniendo en cuenta que, según evidencia, los mayores índices de abuso infantil se generan por parte de los padres, las madres o de las parejas de los padres y madres o familiares cercanos.
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Es necesario fortalecer las redes de apoyo que rodean a la familia para el cuidado, como lo es la familia extensa, siempre teniendo presente que no generen nuevas situaciones de riesgo para los niños, niñas y adolescentes, como pueden ser el abuso físico, emocional, la negligencia o el abuso sexual.
Se debe tener en cuenta que una de las mejores formas de mantener una adecuada salud mental de los niños, niñas y adolescentes, es por medio del reconocimiento de sus emociones, del diálogo constante sobre lo que siente y piensa. También es fundamental un adecuado cuidado de la salud mental de los adultos, para que se logren identificar a tiempo las emociones y si se identifica que la situación de separación o ruptura supera las capacidades de control emocional y que no se logra tramitar el duelo, se busque apoyo profesional y terapéutico.
Referencias bibliográficas
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Pérez, C. Davins, M. Valls, C. Aramburu, I. (2009). El divorcio: una aproximación psicológica. Universitat Ramon Llull, Barcelona.
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SOS KINDERDORF INTERNATIONAL. (2008). Política de protección infantil.
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Valencia, D., Ospina Botero M. (2016) “Crisis en el ciclo vital de la pareja y sus principales implicaciones en los niños y adolescentes”. Revista Académica e Institucional de la UCPR, 99, (145-156).