mayo 2 2023
Qué son los roles y estereotipos de género
Por Laura Vanesa Villada Echeverry* integrante del Comité Nacional de Género*
Los seres humanos hemos tendido a lo largo de la historia a realizar divisiones y categorizaciones con el fin de ordenar nuestro pensamiento, las relaciones sociales y el mundo que nos rodea. A partir de lo anterior, se han construido definiciones, concepciones y etiquetas generalmente binarias ante lo que socialmente se nos ha definido que es ser hombre y mujer, y lo que acorde a estas construcciones es “bueno” o “malo”, “correcto” o “incorrecto”, y “normal o anormal”. Estas etiquetas las denominamos estereotipos y roles de género.
¿Qué son los roles y estereotipos de género?
Pensemos y recordemos por un momento cuando vamos a comprar a un supermercado o a una tienda. Generalmente revisamos los productos que vamos a comprar según las etiquetas que tienen; por ejemplo, revisamos el precio, la marca y con base en esto decidimos si el producto que vamos a adquirir es el más adecuado a nuestras necesidades, es así como escogemos unos a partir de lo que nos parece más acorde a lo que deseamos. Posteriormente, cuando alguien nos pregunta qué pensamos de ciertos productos, tenderemos a hablar desde esas etiquetas, y lo bueno o malo que es ese producto desde nuestra percepción y la definición que le hemos dado.
A partir de este ejemplo de la vida cotidiana, podríamos acercarnos a lo que son los estereotipos; son las etiquetas que le colocamos en este caso a las personas que nos rodean, especialmente las etiquetas que asignamos a los hombres y a las mujeres, según lo que nos han enseñado desde nuestros procesos de socialización y crianza, qué debemos ser, cómo es necesario comportarnos según nuestro sexo y es desde allí que como sociedad nos empezamos a definir.
En lo que respecta a los roles de género, estos se encuentran relacionados con aquellas acciones que nos han asegurado que deben hacer los hombres y las mujeres, por lo cual los roles de género en la sociedad precisan cómo se espera que actuemos, hablemos, nuestra estética, y nuestros comportamientos con base en el sexo asignado al nacer. Por ejemplo, socialmente se espera que las mujeres y las niñas se vistan a partir de construcciones que definen lo que es “femenino”, así como ser educadas, complacientes y “maternales”. Por su parte, se espera que los hombres sean fuertes, agresivos e intrépidos. Cada sociedad, y cultura tiene expectativas en relación con los roles de género. Tal y cómo nos referencia (MinJusticia, 2021), “Los estereotipos son creencias o convicciones que se forjan en el seno de una comunidad y conforme a las cuales se otorga cierta característica a un grupo o a una persona, generando una diferenciación entre ella y los demás”.
Por otro lado, identificamos que una práctica es un estereotipo, cuando se transmiten como verdades absolutas, es decir, acciones que se nos plantean como naturales, normalizadas y que no tienen cabida a la transformación. De otro lado, ofrecen una visión simplificada del mundo, lo cual no brinda la posibilidad de admitir otras posibilidades y la diversidad de pensamientos o posturas que existen a partir de la cultura o las creencias. En tercer lugar, no respetan las diferencias individuales, ni tampoco la construcción de identidades diversas que cada uno puede configurar a través de su propia historia, contribuyendo a la expresión de intolerancia. Lo anterior conduce a la promoción de actitudes sexistas, xenófobas e incluso clasistas, de otro lado, los estereotipos son difíciles de modificar y se transmiten de generación en generación, precisamente a través del proceso de educación y crianza que experimentamos particularmente, por último, es importante precisar que cuando el estereotipo confiere mayor poder, y valor a un sexo sobre el otro, se habla de estereotipos sexistas:
“[…] El diseño y construcción de los roles de género desde un paradigma androcéntrico, es decir, en donde el hombre y lo masculino prevalece por encima de la mujer, ha conllevado a fuertes dicotomías, rivalidad y desencuentro entre los géneros, lo cual ha sido y sigue siendo trasmitido desde las ideas y las prácticas sociales”. (MinJusticia, 2021, pág. 39).
Acá puedes leer nuestra entrada sobre Qué es igualdad de género
Tipos de roles y estereotipos de género
Es común y normalizado escuchar aún frases y “dichos populares” en diferentes entornos de socialización, como la familia, escuela, escenario laboral, entre otros. Imaginarios que aseveran que las mujeres son las que se encargan de las labores domésticas, así como de las acciones de cuidado y crianza de los niños y niñas, o incluso de atender a personas mayores y/o personas enfermas, asumiendo socialmente que es su rol y responsabilidad por el hecho de ser mujer, lo que limita que hombres también se incorporen en la crianza y realicen acciones de cuidado en sus grupos familiares.
Por otro lado, también existen creencias aún naturalizadas alrededor del ser hombre, quien desde el imaginario y constructo social se encarga de las finanzas, el trabajo, la economía, las reparaciones del hogar, y la realización de los trabajos que implican esfuerzo físico, lo cual ha condicionado a que las mujeres no puedan acceder a espacios laborales específicos, así como devengar salarios justos por las mismas acciones que realizan los hombres o, por ejemplo, realizar trabajos que poseen la capacidad para desarrollar, y todo esto sucede a razón de aquellos roles y estereotipos de género que hemos construido, validado y que continuamos reproduciendo en nuestras relaciones cotidianas, e incluso en la crianza con los niños, niñas y adolescentes, quienes ya desde estos momentos de su curso de vida replican estos discursos y prácticas con sus grupos de pares.
Nada diferente sucede con las ocupaciones o profesiones. Si revisamos durante la historia quienes han sido las encargadas de realizar labores que están relacionadas con el cuidado de otros y otras son las mujeres, a partir de lo cual encontramos profesiones como la docencia, la psicología, o la enfermería, siendo profesiones que mayoritariamente son ejercidas por mujeres, mientras que quienes se han encargado de labores en relación con la ingeniería o la construcción, son principalmente los hombres, limitando que ambos sexos puedan explorar sus propias habilidades, intereses, y deseos, con el fin de estar acordes a lo que la sociedad nos ha exigido e impuesto. Con base en lo anterior, es necesario reflexionar como los roles y estereotipos de género restringen que hombres y mujeres accedamos a nuestros derechos de manera igualitaria y equitativa.
Estos roles y estereotipos de género desembocan en creencias sobre cómo queremos y debemos comportarnos como, por ejemplo, competir con otros hombres o dominar a las personas femeninas con comportamientos agresivos y astutos, por otro lado, creer que para ser un hombre ideal se debe tener mucha experiencia sexual, ser poco sensibles, físicamente imponentes, ambiciosos y exigentes.
Es fundamental tener presente que estos estereotipos de género contribuyen significativamente a que las relaciones entre las personas se tornen violentas, desiguales, y desencadenen en situaciones de abuso hacia otros y otras y soportar comportamientos violentos hacia ellas mismas. Un ejemplo claro de ello es el imaginario que se ha consolidado en relación con las características con las cuales debe contar la mujer: calladas, sumisas, y, por lo tanto, promoviendo que la mujer tolere el abuso físico, emocional y/o sexual por parte de sus parejas, y en ese orden de ideas los hombres tienen más probabilidades de ser física y emocionalmente violentos hacia las mujeres.
Los estereotipos y roles de género están presentes en muchos escenarios y prácticas de nuestra vida cotidiana, inclusive los hemos asumido como propios y los continuamos reproduciendo, muestra de ello son los códigos que se han configurado alrededor de las formas de vestir y los colores asignados a las prendas que usamos tanto hombres como mujeres. Por ejemplo, cuando queremos obsequiar un regalo a una niña, generalmente buscamos prendas o decoraciones de color rosa, y si la compra la realizaremos para un niño, los colores que elegimos son frecuentemente azul, pensar en que esta colorimetría se intercambie es señalado socialmente como no correspondiente al ser hombre o ser mujer. Lo antedicho, da cuenta de un estereotipo que enmarca un deber a partir de un elemento simple como los colores y como a partir de ellos se han empezado a relacionar con la “delicadeza” en las mujeres o la “fuerza” en los hombres.
Consecuencias de los estereotipos de género: Discriminación basada en género
“La discriminación constituye una vía de violación a los derechos a la dignidad humana, a la participación y a la igualdad, que se genera a partir de un imaginario de superioridad y poder de un grupo sobre otro, como consecuencia de la existencia de características que se entienden conllevan un lugar privilegiado en determinada sociedad. Lo anterior trae como consecuencia que quienes no comparten esas características generadoras de poder, sean percibidos desde un ángulo que les reconoce como inferiores, situación que se acompaña de actitudes de exclusión, rechazo, censura, prejuicios, estereotipos, deshumanización, invisibilización e instrumentalización para alcanzar propósitos anhelados por quienes ostentan superioridad” (MinJusticia).
Es necesario resaltar que los roles y estereotipos de género generan acciones con daño, puesto que no permiten que las personas expresemos completamente lo que pensamos ni tampoco nuestras emociones de manera genuina. Por situar un ejemplo, es dañino para las personas masculinas creer que no deberían llorar o expresar sus emociones. Al mismo tiempo, es perjudicial para las personas femeninas creer que no deberían ser independientes, inteligentes o establecer límites firmes. Por lo tanto, romper con los estereotipos de género hace que las personas podamos ser tal como somos, y acceder a nuestros derechos de manera libre y autónoma.
Una de las consecuencias de los roles y estereotipos, es la discriminación basada en género, la cual de manera directa desfavorece y niega derechos fundamentales de una manera evidente y explícita. En Colombia, por ejemplo, este tipo de discriminación se ha manifestado en las disposiciones normativas que establecían que las mujeres no eran sujetos de derechos y, en consecuencia, no podían tener la patria potestad de los hijos, no podían celebrar contratos ni administrar sus bienes, recibían jurídicamente un tratamiento igual que los niños y niñas, debían obedecer a su compañero sentimental y sus ideas no eran válidas en los procesos judiciales. Todo lo anterior da cuenta de las consecuencias que poseen los imaginarios y constructos que a nivel social y durante la historia se consolidaron alrededor del ser mujer y hombre, y que dieron el sustento para que se generara un obstáculo para el goce y ejercicio pleno de los derechos de las mujeres.
*Laura Vanesa Villada Echeverry: profesional en Trabajo Social, graduada de la Universidad de Caldas. Actualmente es colaboradora de la organización como Analista Técnica Programática, así mismo, ha desempeñado roles de Facilitadora de Desarrollo de Familias de Origen. Su trayectoria académica y profesional se enfoca en el acompañamiento psicosocial para el fortalecimiento/desarrollo de escenarios de cuidado y protección integral para la infancia y la adolescencia.
**El Comité Nacional de Género: equipo que impulsa la transversalización del enfoque de género dentro de Aldeas Infantiles SOS Colombia.
Referencias
- MinJusticia (2021) Cartilla de Género. ON Publicidad y Eventos SAS.