Historias de familias Riosucio
julio 11 2023

TEJIENDO REDES DE AMOR Y CONFIANZA

Entre el azul profundo del cielo y el verde intenso de las montañas, se encuentra el resguardo indígena de San Lorenzo, en el municipio de Riosucio, Caldas. Está conformado por 21 comunidades, en donde más de 50 familias, con el apoyo de Aldeas Infantiles SOS, fortalecieron sus vínculos para garantizar un entorno protector a los niños y niñas.

Cada día el equipo de Aldeas Infantiles SOS del programa en Riosucio, tomaba un Jeep desde la cabecera municipal hasta el corregimiento de San Lorenzo, donde estaba la oficina de la organización, allí se encontraban facilitadoras, pedagogas, psicólogas, trabajadoras sociales, entre otros profesionales para organizar su día y recoger los implementos que requerían para su labor en el territorio.

Según la comunidad a la que fueran, se trasladaban en otro Jeep o moto taxi, a veces hasta por una hora, para encontrarse con las familias, los niños y niñas. Todo el esfuerzo y cada minuto de recorrido se vio recompensado con la felicidad de las comunidades, la sonrisa de los niños y niñas en las actividades, y el agradecimiento de las familias que recibieron el apoyo y acompañamiento.

 

El amor incondicional de la familia

A más de media hora en Jeep, por una carretera destapada, entre montañas y luego de pasar un río, se encuentra la comunidad de Blandón, dónde vive Juan José* con su mamá y tres hermanas mayores. Él tiene 8 años y durante dos años participó, junto con su familia, del servicio de fortalecimiento familiar en Aldeas Infantiles SOS.

Todos se involucraron en las actividades con las demás familias para fortalecer sus capacidades de crianza y cuidado. “Mi mamá es muy trabajadora y muy tierna, mi hermana me quiere como si fuera su hijo, juega conmigo y me da consejos”, dice Juan José*, quien comparte con su familia y ha hecho más amigos en los encuentros realizados.

La mamá de Juan José* muestra con orgullo los diplomas de sus hijos y relata cómo ha logrado apoyarles en cada etapa de su vida. Para ella la educación es lo más importante y el acompañamiento de Aldeas le permitió impulsarlos a cumplir sus sueños y mejorar la relación con sus hijos e hijas a través del diálogo.

El diálogo, base fundamental de las familias

“Los encuentros me han gustado porque conozco otras personas y cuentan sus historias, he aprendido que uno debe perdonar, respetar y valorar a los demás”, así se expresa Stefany*, de 12 años, quien participó con su familia en las actividades desarrolladas por Aldeas Infantiles SOS.

Ella ha crecido con su abuela, Mariela, y con el esposo de esta, en la comunidad de Buenos Aires, una de las zonas más cálidas del corregimiento de San Lorenzo, su casa se encuentra ubicada en la cima de una empinada montaña, a la que solo es posible llegar en moto o a pie.

Stefany* es una niña muy activa y juiciosa, le gusta montar bicicleta, jugar a “la lleva” y a las muñecas con sus amigas. El apoyo de su abuelita la hace sentir segura y le da esperanza de soñar con ser veterinaria cuando sea grande, “ella es como una hija para mí y quiero lo mejor para ella” dice Mariela sobre su nieta.

Su abuela, quien también ha participado, dice que los encuentros le ayudaron a ser un buen ejemplo para su nieta, a darle amor, comprensión y sobre todo a dialogar mucho con ella para enseñarle y guiarla en lo que debe hacer. También han fortalecido sus vínculos familiares y demuestran su cariño por medio de abrazos y palabras de afecto.

 

 

En familia soñar es posible

Heidy* es una niña de 8 años, ella vive en la comunidad de Costa Rica, a casi una hora en Jeep desde la cabecera municipal. Cuando ella tenía 2 años su papá murió, por lo que su mamá ha tenido que salir adelante sola con sus tres hijas.

En los encuentros con las familias, la mamá de Heidy* aprendió sobre el cuidado de sus hijas y cada día se esfuerza por darles lo mejor para que puedan estudiar y conseguir un buen empleo. Sus hijas han aprendido de ella que con dedicación pueden alcanzar lo que sueñan.

“Mi mamá me da consejos, mis hermanas me han enseñado a respetar a las personas y también tengo dos amigas en el colegio que las quiero como unas hermanas”, dice Heidy* sobre su familia.

Heidy* sueña con ser enfermera para ayudar a las personas, le gusta cantar, bailar y cocinar. “Cuando sea grande quiero ayudar a mi mamá para arreglar la casa, que no nos falte nada, que sigamos unidas y hacerla feliz, porque nosotras estamos muy agradecidas con todo lo que hace por nosotras”.

 

Durante 12 años, el programa Riosucio brindó apoyo y acompañamiento a las familias del Resguardo Indígena de San Lorenzo, para fortalecer sus capacidades de cuidado, promover el desarrollo comunitario, la participación y el reconocimiento de sus derechos. De esta manera, se logró identificar prácticas violentas o abusivas, se dio a conocer la ruta de atención y se fomentó la crianza basada en el amor y el respeto.  

 

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