A 36 grados centígrados y con una sensación térmica de 42 grados, que en ocasiones pueden ser índices más altos, con poca sombra y algo de viento, nos recibió en Flor*, en su casa junto a su familia.
Flor es de origen Wayúu, del lado venezolano, tiene 45 años, es esposa, madre de diez hijos y abuela de tres nietos. Su esposo trabaja como conductor de mototaxi, ella cuida de su familia; y también desarrolla un importante papel como lideresa comunitaria en el barrio 3 de abril en Uribia, La Guajira, donde viven.
Es una mujer que habla pacito, con calma y tranquilidad, y a quien aún se le inundan de lágrimas sus ojos al recordar la dura situación que los llevo a migrar, a dejar su tierra, su casa, su vida y su historia en Venezuela, para recomenzar, sin saber cómo, en Colombia.
“Me vine de allá más que todo por mi bebé”
Vivía con toda su familia en Venezuela, pero la situación fue más dura y fuerte que su posibilidad de lucha. “Me desplacé porque en verdad no teníamos como sobrevivir allá, porque todas las cosas se pusieron demasiado caras y no se conseguía trabajo, no se conseguía pa´ poder comprar nuestra comida. Todos teníamos que comer una librita de arroz para doce personas. Entonces qué es lo que hacíamos para que nos alcanzara eso, teníamos que hacer una sopita, sin aceite y sin nada teníamos que comer porque en verdad no teníamos ni pa´echarle condimento, ni nada”, dice Flor sobre el motivo que la llevo a ella y a su familia a migrar hacia Colombia.
“Me vine de allá más que todo por mi bebé, porque ella me entró en una desnutrición crónica, casi se me muere, y yo decía -no tengo que dejar morir a mi hija allá-. Y tuve que llegar hasta acá”.
Venir a Colombia fue la mejor decisión para ella, su familia y su pequeña hija que estaba en desnutrición crónica. A su llegada a Uribia, La Guajira encontró una funcionaría del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar que le ayudó para que su pequeña hija fuera atendida por profesionales de la salud y recibiera la atención y tratamiento necesario para superar la desnutrición. “Mi hija gracias a dios hoy en día tiene sus 5 años y está viva”, dice con gran satisfacción.
También encontró ayuda para ubicarse en un espacio de ese inmenso desierto de Uribia, en el asentamiento de la Comunidad 3 de abril, allí durmieron en carpas y poco a poco fueron construyendo su hogar, aunque dice aún falta el solar para poder huir del arduo sol de la tarde.
Aldeas Infantiles SOS llegó a su vida
Conoció de Aldeas Infantiles SOS a través de los Espacios Integrales del proyecto “Uniendo fuerzas por la protección de la niñez en emergencias” que cuenta con el apoyo de “Ayuda humanitaria alemana”; su familia se vinculó de inmediato a los encuentros, las iniciativas de participación sociocultural, los talleres de fortalecimiento familiar y fortalecimiento de capacidades a los líderes y lideresas de la comunidad. Aprendiendo especialmente sobre derechos de la infancia, reconocerse como sujetos de derechos, a identificar factores de riesgo, cuidado y cuidado del otro, a dónde acudir en caso de un riesgo, y demás temas claves que propendan por su protección y la garantía de sus derechos.
“Mis hijos han aprendido de cómo ser cariñosos con la gente. Ellos han aprendido de cosas que, en la ley de nosotros Wayúu dicen que el hombre no puede hacer nada porque es hombre, y ellos han aprendido que los hombres pueden lavar los chismes, puede barrer, puede hacer todo”, dice Flor sobre el impacto de su participación en el proyecto. Y continua “ahora ellos respetan, lo tratan a uno con amor, ellos son más participantes, ya no son como otros niños que no participan porque les da pena, pero ellos no, ellos participan. Un ejemplo, a ellos les hacen una pregunta, ellos contestan. Pero antes no, antes miraban el no con el otro, pero ahora no, gracias a Aldeas que ellos han aprendido muchas cosas. Hasta ya saben bailar”, dice mientras sonríe.
Sobre su aprendizaje con Aldeas Infantiles SOS cuenta que aprendió a tejer “de Aldeas yo he aprendido el tejido, que yo antes no sabía, y me enseñaron que tenemos que aprender a tejer para sobrevivir, para nosotros sustentar cuando no hay trabajo para nuestro esposo, de ahí podemos vender eso”. También aprendió sobre el compartir con los demás, a ayudar a la comunidad, a participar y a resolver conflictos de forma pacífica “nosotros peleando no solucionamos nada, tenemos que llegar, hablamos, tenemos una conclusión y nosotros ahí nos entendemos; a los gritos nunca solucionamos nada. Gracias a Aldeas ya aprendimos cómo tenemos que hablar, no llegar con los insultos”, afirma Flor.
Una nueva líder florece en Uribia
Otro de los grandes impactos del proyecto en su vida es el haberse fortalecido como líder de su comunidad. Inició organizando entregas que una fundación hizo en alguna ocasión, de allí en adelante entendió la dinámica de liderar y se ha fortalecido cada día más, hasta llegar a ser reconocida y respetada por sus vecinos. Lo que más le interesa como líderesa, es el bienestar de cada familia de la Comunidad 3 de abril.
Esos liderazgos justamente son los que se fortalecen a través del proyecto Uniendo fuerzas por la protección de la niñez en emergencias, para dejar capacidad instalada en la comunidad en pro de la protección de la niñez. Con ellas y ellos se trabaja en liderazgo, comunicación, derechos de la niñez, prevención de violencias basadas en género, situaciones de riesgo, prevención, rutas de atención, entre otros. A través de los Equipos Comunitarios de Protección Infantil –ECPI-, el consejo local de protección y los agentes comunitarios.
“Lo que más me ha gustado de Aldeas es que participar, de los bailes que ellos hacen (niños, niñas y adolescentes), que mis hijos han aprendido cosas de género”. Y el tema de pensar en el bien común es algo que resalta, algo que la inspira y que transmite a sus hijos, el brindar ayuda y apoyo a los demás siempre que se pueda. Y a romper paradigmas sobre el rol de la mujer y el hombre, y a rechazar el maltrato hacia las mujeres y niñas.
*Nombre modificado por protección
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Aldeas Infantiles SOS es una ONG con presencia en varias regionaes de Colombia, donde estamos comprometidos por los derechos de la niñez, la adolescencia, la juventud y las familias.
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