“Ante momentos de incertidumbre: levantar la mirada, reconocer al otro y trabajar en equipo”, esa es una de las frases con las que Aideé inicia la conversación. Ella es de Pivijay, Magdalena, y hace 20 años vive en Cali. Decidió viajar con su prima, quien la convenció de irse a vivir allí, asegurando que esa ciudad se parecía a Barranquilla, donde Aideé vivió su adolescencia y juventud.
Al llegar a Cali, Aideé empezó a trabajar como niñera, labor que desempeñó durante siete años; sin embargo, sintió que necesitaba cambiar de rumbo y en ese momento decidió terminar el bachillerato y estudiar un programa de secretaría contable. Así se proyectó hacia nuevos horizontes y se vinculó con procesos de trabajo comunitario, en iniciativas relacionadas con niñas y niños, y madres gestantes.
Ayudar al otro, el motor de su vida
“Soy capaz de desprenderme de lo que tengo para ayudar al otro”, dice Aideé mientras comparte cómo conoció a Aldeas Infantiles SOS en Colombia. Recuerda que en 2008 conoció a la organización e inició su labor como referente de cuidado de la niñez participante del programa en Cali.
Aún tiene muy presente que el proceso de contratación incluía pruebas bastante rigurosas, necesarias para quienes van a trabajar con niños, niñas y adolescentes; y nos cuenta “una de las pruebas, me acuerdo, nos ponían armar un rompecabezas, deben armarlo, pero no pueden hablar entre ustedes nos dijeron, pero no encajaban, yo reaccioné, nos dijeron que no habláramos más no que mirara, levanté la cabeza, me di cuenta que mis compañeras tenían las fechas complementarias, tomé mis fichas y se las pase, tome ármela, le dije, era una prueba para ver cómo reaccionamos ante los problemas y que tan fácil podía yo desprenderme de lo que tengo para favorecer al otro, y sí, si está a mi alcance y puedo ayudar, lo hago”.
Y así inició su camino en la organización, recuerda que era de compromiso y de mucha vocación, en ese momento como Tía SOS buscaba apoyar a la Madre SOS.
Fue una experiencia donde aprendió a manejar las situaciones, así como la pasantía que vivió en Rionegro e Ipiales, una experiencia que recuerda con mucho cariño, haciendo hincapié que en este proceso fueron primordiales sus cualidades: “Tengo paciencia y soy perseverante, eso, hasta que las cosas salgan bien”.
Del viaje a Ipiales y Rionegro evoca unas de las mejores experiencias: “aprendí mucho allá, las madres me enseñaron muchas cosas sobre el cuidado y cómo vivir el día a día, en Rionegro también fue muy positiva la experiencia, muy humana, si necesitábamos algo se encargaba para que estuviera, tengo mucho agradecimiento de esas personas que hicieron parte de ese proceso, ellas me guiaron hacia donde estoy, cada una puso su punto personal, su manera de hacer las cosas, y yo iba aprendiendo de cada una de ellas.”
El inicio como madre SOS
En un momento Aideé sintió que quería asumir el rol de Madre SOS, eso se lo hizo saber al director del programa, recuerda con entusiasmo cuando pasó de ser tía a madre “son momentos que no se me olvidan en la vida, cuando en los niños me dijo mamá de entrada, y luego, me llevaban de un lado para otro, sabía que estaba asumiendo una responsabilidad que era bastante grande y bueno me acuerdo que me hicieron aretes, bolsitas para darme la bienvenida, fue un vínculo que se fue dando espontáneamente, una experiencia muy bonita”.
El comienzo de una vocación: historias de vida
“El día a día era duro”, pero recuerda con especial cariño y agradecimiento el poder vivir una experiencia de diversidad y de intercambio cultural, ya que los niños que acogía venían de varias regiones del país, nos comenta, además, que asegura “con amor los procesos de cada uno evolucionaban positivamente”.
Aideé nos dice que ella siempre buscaba todas las formas para acompañar y brindar cuidado a los niños, niñas y adolescentes que acogía, por ejemplo, recuerda, el acompañamiento integral que realizó a un adolescente de 17 años, que recibió tratamiento en psicología y fonoaudiología, así como recuerda a su hermano de 14 años, quien ella recibió, y le buscó un colegio para que viviera esa experiencia con pares: “allí creó amigos, es algo que él recuerda mucho, y valora en su historia de vida, reconoce toda la paciencia que tuve para ayudarle a que él viviera todas esas cosas”.
“Hacemos el trabajo con amor, de verdad le apostamos a ese niño y esa niña para que avancen en sus procesos de aprendizaje, que por alguna circunstancia los traen quebrantadas”.
Recuerda con cariño el caso de un niño que nunca había ido a un cine, y dice “uno necesita ser un buen observador, él se negaba ir al cine, yo me di cuenta no es que no le guste el cine, sino que no había ido al cine nunca, yo lo tomé de la mano y lo acompañé, lo alenté a que entramos a cine, y en la primera película venció el temor, ahora, tiene 24 años y recuerda todos esos momentos con agradecimiento, así he acompañado a cada chico, observando bien y teniendo toda la paciencia para que vaya caminando a su ritmo.”
Los hijos e hijas de una mamá SOS
“Yo tengo bastantes hijos, y a todos los recuerdo”. En estos años de trabajo Aideé ha acompañado el proceso de vida de veinte hijas e hijos, lo más gratificante nos cuenta es brindarles un acompañamiento en valores, principios “y sobre todo en humanidad, ver a cada uno que se vale por sí solo, que se muestra feliz y agradecido con la vida, es lo que le llena a un el corazón… cuando te da un abrazo y te dice gracias y perdón por las canas que le saqué, es uno de los mejores regalos de esta labor”.
Cuando terminamos la charla con Aideé, nos quiso resaltar cuáles son las características que se necesitan para asumir esta labor: “Tiene que ser una madre, sentir una vocación de servicio, ser capaz de dar amor incondicional y también debe tener paciencia, perseverancia, y tolerancia a la frustración, y lo más importante querer lo que hace”.
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