Quibdó
– marzo 1 2016
Oportunidades que construyen familia Herly Johana Mosquera
En mi casa somos ocho: mi marido, mis cuatro hijos, las dos hijas de mi esposo y yo. Nosotros vivimos en unión libre desde hace 13 años cuando quedé embarazada de Asley, mi hija mayor, luego nacieron Manuel Antonio de 10 años, Alex Yair de 8 y Karen Yuliana de 6.
Desde que vivo con mi marido hemos tenido problemas de violencia intrafamiliar, al principio yo no le vi problema a eso porque estábamos muy pelaos, yo tenía 16 y él 20 años, pero con el paso de los años las cosas siguieron igual, peleábamos mucho, él me pegaba y al otro día estábamos otra vez como si nada hubiera pasado.
Hace año y medio no soporté más, tuvimos un pleito y él me dio un golpe en la espalda, al otro día me levanté y fui la comisaría de familia a poner la denuncia, allá me hicieron unos exámenes para revisar que no me hubiera afectado los pulmones, y me indicaron que debía tener atención psicológica para que eso no volviera a pasar. Sin embargo no pasó nada.
Para ese momento Karen Yuliana estaba en el Centro de Atención de Aldeas Infantiles SOS y Manuel y Alex iban al programa de infancia que hacían en la escuelita, como la trabajadora social venía a hacernos visitas y seguimientos yo aproveché y le conté lo que había pasado y ella nos buscó ayuda con el Bienestar Familiar; allí nos pusieron un psicólogo con quien mi esposo, mis hijos y yo comenzamos una terapia.
Las coordinadoras de Aldeas Infantiles SOS también comenzaron a visitarnos mucho, al principio mi marido no quería hablar con ellas, pero poco a poco y gracias a las visitas casi diarias mi marido les cogió confianza y empezó a contarles toda su vida, luego era él quien iba a las oficinas y les pedía que lo ayudaran a cambiar porque él no quería que sus hijos vivieran lo mismo que él había vivido cuando joven.
Tanto la psicóloga del Bienestar, como la trabajadora social de Aldeas Infantiles SOS nos han apoyado mucho con consejos sobre cómo tenemos que tratarnos, a él le enseñan a manejar la ira, a mí me dicen que tengo que hacerme valorar como mujer y a los pelaos les hablan mucho, porque como ellos crecieron viendo esa agresividad, les hacen terapias para que el día de mañana no sean violentos.
Llevamos mucho tiempo con ese acompañamiento y eso nos ha servido, tratamos de llevarnos bien para que los niños no se críen con esa violencia. Mi marido no me volvió a poner un dedo encima, algunas veces peleamos pero ya no de manera violenta, Èl antes me decía que Alex no era su hijo porque era más blanquito, siempre prefería a Manuela Ahora los trata a los dos por igual y la relación con los niños ha mejorado bastante.
Quién sabe qué hubiera pasado entre nosotros si no hubiéramos tenido la ayuda de Aldeas Infantiles SOS, a lo mejor nos hubiéramos separado o viviríamos en guerra como antes.