Hasta hace un cuatro años, en muchas casas de las familias de Riosucio no se escuchaban palabras en lenguaje emberá, a pesar de ser la lengua originaria de la etnia ‘emberá chamí’ que habita este resguardo desde tiempos antiguos. La lengua de los antepasados y los abuelos se había estado perdiendo entre el tiempo y la educación estandarizada del país.
Así que cuando Yeison de 5 años y Alexandra de 3, llegaron a su hogar cantando esta famosa canción infantil colombiana en lengua emberá, su mamá Martha recordó a su abuelo cantando en el patio de su casa y quedó felizmente sorprendida. Hace un año están asistiendo al Hogar Comunitario de Aldeas Infantiles SOS y desde el primer día llegaron emocionados a la casa a hablar de todo lo que aprendían: las canciones, sus amigos, la educación en su propia cultura y los tejares de las madres comunitarias.
‘La canción dice: los pollitos dicen: pío, pío, pío… cuando tienen hambre, cuando tienen frío… A ellos les gusta mucho esa canción y a mí me gusta escucharlos, aunque no les entienda nada en emberá.’ dice Martha, quien a pesar de tener 25 años no conoce su lengua nativa y no había tenido oportunidad de aprender cosas que le permitieran cuidar mejor a sus dos hijos, hasta que se vincularon el programa de Aldeas.
Así como la familia de Martha, otras familias participantes han tenido la oportunidad de conocer mejor su cultura, de afianzar sus raíces, de adquirir conocimientos que les permitan garantizar la seguridad de sus niños y niñas, y de mantener una tradición amorosa ancestral que se estaba perdiendo en la comunidad.
Todos los días se desarrolla el proyecto etnoeducativo en el Centro de Fortalecimiento de Riosucio y su corredor de Centros Comunitarios a lo largo del resguardo; ya que Aldeas Infantiles SOS hizo una apuesta para garantizar el fortalecimiento de las familias, prevenir el abandono de los niños y niñas, y sobre todo rescatar una cultura colombiana muy antigua, rica en mitos, leyendas y saberes ancestrales.
Y no sólo los niños y niñas reciben educación y cuidados de calidad, las madres y padres de familia del resguardo están adquiriendo conocimientos vocacionales para conseguir ingresos extra y poder sacar adelante a sus hijos e hijas. ‘Aldeas me ha dado la oportunidad de aprender a tejer canastas como lo hacían los abuelos, esto me ha servido para tener un ingreso económico porque las vendo en San Lorenzo’ cuenta Martha.
Aprenden también a hacer artesanías en caña brava, que es una planta que crece en la región y es de fácil adquisición; esto les permite conocer su cultura pero también apropiar una forma de sostenimiento económico que las deja estar con sus hijos, cuidarlos y darles mucho amor para crecer.
Las educadoras familiares del programa de Riosucio visitan a las familias y les imparten conocimientos sobre protección y cuidado, mientras comparten cosas importantes del resguardo que los hacen conocer mejor su cultura y apropiarse de sus espacios ancestrales. ‘Una vez en un taller nos hablaron de las montañas sagradas que hay en el Resguardo Indígena. Yo llevo toda mi vida viviendo acá y jamás había oído hablar de ellas, ni de lo que significan. Aldeas nos ha enseñado muchas cosas valiosas a mis hijos y a mí’ dice Josefa, una mamá que hace más de seis meses participa en el programa junto a sus dos hijos de 4 y 2 años.
Yeison, Alexandra y los niños y niñas del resguardo piden a sus madres comunitarias que les repitan las historias, los mitos y las leyendas; que les enseñen nuevas canciones en lengua emberá y disfrutan plenamente su cultura. Para las madres comunitarias el trabajo que adelantan es motivo de orgullo, porque fortalecen a los niños y niñas para que cuando empiecen su educación formal no pierdan los conocimientos sobre la cultura ‘emberá chamí’.
Además, el Cabildo Indígena, máximo organismo de gestión del resguardo, está gestionando que más adelante en las escuelas de la región también les den una clase de lengua materna, porque hasta el momento sólo se imparte en el programa de la organización.
‘Uno desconoce todo lo de la cultura a la que pertenece y saber que los niños lo están aprendiendo me parece muy bueno, eso es lo que más me gusta de Aldeas, que estén trabajando por recuperar las costumbres del resguardo’ dice Martha.