Camila* tiene 24 años y un corazón tan grande que no le cabe en el pecho. Desde muy temprana edad supo que quería ser madre sustituta para brindar un hogar cálido y amoroso a niños y niñas. En noviembre del pasado 2021, Camila y Carlos (26), su pareja, recibieron una llamada que les cambiaría para siempre la vida: acababan de ser aceptados como un hogar sustituto. Tal fue la alegría de esta joven pareja, que de inmediato le contaron a toda su familia y amigos y prepararon un viaje especial navideño para recibir a Juan y a Sebastián en su hogar.
‘El 24 de diciembre le dejamos galletas a Papá Noel y en la mañana nos dimos cuenta de que se las había comido: ¡Papá Noel sí existe!’, cuenta Juan, muy emocionado. Actualmente, Camila, quien es pedagoga de profesión, se dedica a las labores del hogar, mientras que Carlos alterna su rol de padre sustituto con el de docente de educación física en dos colegios de Medellín. ‘Llegar a la casa cada tarde y encontrarme con un abrazo y un “hola, papi, ¿cómo te fue?” es lo más gratificante que he podido sentir’.
Camila y Carlos cuentan que por momentos se preguntan si lo están haciendo bien, pues son conscientes de la gran responsabilidad que conlleva el ser una familia sustituta. Cuando tienen alguna duda o inquietud, consultan con el equipo pedagógico o con su red de apoyo, que consiste en amigos y familia cercana. Pero, la verdad es que basta con ver a esta familia junta para darse cuenta de que el amor, el respeto por el otro y la alegría invaden cada rincón de su hogar.