diciembre 9 2024
Un camino de resiliencia por el reintegro familiar
Carla* y su hija Wendy*, una niña en situación de discapacidad física y cognitiva, han enfrentado un camino lleno de desafíos, pero también de mucha resiliencia, fe y amor.
Migraron de Venezuela a Ecuador por la compleja situación económica y social de su país de origen. En Ecuador, Carla* encontró trabajo como empleada doméstica por días, lo que le permitió sustentar los gastos diarios de ella y su hija. Pero también encontró una fuerte situación de violencia ejercida por un hombre que fue su pareja durante un año. Recibió tanto maltrato físico y verbal que hasta pensó en quitarse la vida. Por esta situación las autoridades de ese país la remitieron a distintos refugios para mujeres víctimas de violencia basada en género para salvaguardar su seguridad y la de su hija.
El encierro en esos refugios, el frío inclemente de la región donde estaba en Ecuador y el deterioro de la salud de su hija Wendy*, fueron motivo suficiente para que Carla* a tomara la decisión de migrar hacia Colombia. Viajó con su hija hasta Norte de Santander, allí empezó a vender ropa de manera informal en las calles. Cada día iba con la ropa para la venta y los elementos para montar el puesto, acompañada de Wendy*.
Sumado a esos complejos desafíos, que ya estaban superando, llegaron nuevos retos, esta vez temas de salud y bienestar físico: a Wendy* se le fracturó el fémur, esto ocurrió en un día normal de trabajo para Carla*; por su parte, Carla*, recibió un diagnóstico médico delicado que requería de cirugía y hospitalización.
Ante la falta de una red de apoyo que cuidara de su hija, Carla* tuvo que acudir a la institucionalidad a pedir ayuda para esos días en que ella debía estar en el hospital. Ante la situación que vivía Carla* con su salud, las condiciones de su trabajo y el riesgo que corría Wendy* y que se evidenciaba en la fractura ocurrida, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar ingresó a Wendy* al sistema de protección. Carla* y Wendy* se separaron de manera temporal, y Wendy* fue remitida al cuidado de una familia sustituta.
Una vez Carla* recibió la atención médica requerida, añoraba estar de nuevo con su hija.
Un reencuentro anhelado
“Si Aldeas no hubiera llegado a mi vida, no estaría con mi niña”, Carla*
Aldeas Infantiles SOS, en colaboración con la Organización Internacional de Migraciones –OIM-, a través del proyecto de respuesta humanitaria para la atención a niñez migrante no acompañada y/o separada, conocieron el caso de Carla* y Wendy* y desarrollaron acciones con el objetivo de reintegrar a Carla* con su hija.
A través del proyecto, Carla* recibió apoyo integral para: fortalecer capacidades, pautas de crianza, cuidado del cuidador, opciones de empleabilidad en el territorio, capacitaciones para el cuidado de niñez en situación de discapacidad y acompañamiento psicológico. También recibió apoyó con elementos para el hogar que mejoraran las condiciones habitacionales de la vivienda, se estableció un plan de trabajo y los compromisos previos y posteriores para el reintegro familiar, que garantizaran la seguridad y bienestar de Wendy*.
Hoy, Carla* y su hija están juntas, más fuertes que nunca. Sobre su experiencia asegura con total felicidad y convicción:
“Si Aldeas no hubiera llegado a mi vida, no estaría con mi niña. Me han ayudado con los papeles, con su salud y, sobre todo, con orientación para que no nos separemos otra vez. Me han brindado el apoyo que yo he necesitado, lo apoyan a uno y lo orientan, ayudan a que las familias no estén separadas. Es que lo más difícil es eso, que uno se separe de sus hijos y nosotras las mamás lo que queremos es estar con ellos, que ellos no estén por ahí solos, y que no les haga falta el amor y el cariño de la mamá, del papá y de la familia”.
La labor de reunificación familiar de Aldeas Infantiles SOS y la Organización Internacional de las Migraciones –OIM- es crucial en Santander, Norte de Santander y Nariño. Estos departamentos, donde se implementa el proyecto, son zonas de frontera con Venezuela y Ecuador donde las niñas, niños y adolescentes migrantes enfrentan múltiples necesidades y riesgos de desprotección, entre esos: la separación familiar.
La labor de Aldeas Infantiles SOS y la Organizacional Internacional de las Migraciones –OIM- no solo reúne familias, sino que transforma vidas, construyendo un presente y futuro más esperanzador para la niñez migrante. Así lo concluye Carla*:
“He aprendido sobre amor, cariño, comprensión, valorarse uno y valorar a los hijos, apoyarlos y estar con ellos en todo momento. Y pido que sigan apoyándonos a nosotros los migrantes, a las familias que necesitan de ese apoyo, hacia las niñas, niños y adolescentes, para que los niños tengan estudio, salud, tenga sus documentos al día, una mejor calidad de vida”.
Aldeas Infantiles SOS es una ONG con presencia en 138 países y territorios. En Colombia trabaja en varias regiones del país donde brinda apoyo e impulsa los proyectos de vida en niñas, niños, adolescentes y jóvenes; así mismo fortalece las capacidades de cuidado, protección y crianza de familias en situaciones de vulnerabilidad.
Quiero sumar mi aporte
*Nombre modificado.